lunes, 22 de octubre de 2012

0 Qué hace un obispo

Todos sabemos, más o menos, a qué se dedica un sacerdote. Pero la labor de los obispos católicos, los sucesores de los Apóstoles, es bastante desconocida incluso dentro de la Iglesia. Sabemos que visten raro y que de vez en cuando sacan una carta en la que nadie con menos de tres cursos de teología entiende nada, y poco más.

Como yo también tenía curiosidad, le he preguntado a Google, y esto es lo que he encontrado:

En el Diario Independiente de Asturias han hecho un reportaje sobre Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo. En él cuentan cómo es y qué hace, más o menos, el obispo de la diócesis más pequeña de España:

Futbolero, del Burgos, y amante de la música, de toda la música. «Tengo grabados algunos discos y toco el piano, el teclado, la guitarra, la guitarra eléctrica, el bajo», relata. Y recuerda una anécdota cuando de estudiante formaba parte de un conjunto. «Por los veranos, como había que pagar el Seminario, íbamos a tocar por los pueblos, empecé con 16 años y así hasta los 25. Iba con el grupo, tocábamos tres o cuatro horas, luego mis compañeros se iban de fiesta y yo ya me retiraba a dormir», explica. Y a la pregunta de: «Y entonces, ¿usted nunca se ha corrido una juerga?», responde Berzosa sonriendo pícaramente, «hombre, cómo no, pero sanamente». 

El obispo auxiliar de Ciudad Rodrigo no es un hombre de grandes lujos, aun vive en la generación del móvil, se paga su recibo y cobra «mil euros al mes. Es mi asignación como obispo, así que no llevo una vida ostentosa». Pero sí cuadriculada. A las seis y media de la mañana se levanta a rezar, pero no de cualquier forma, «hay que rezar con tiempo». Después dedica un rato a la lectura y a la escritura. Sobre las ocho de la mañana revisa las obras que se están llevando a cabo en la casa episcopal. «Quería que la gente no viniese aquí y se le atendiese como en la ventanilla del Alsa», explica Berzosa, que concreta que «a la casa del Obispo se va por todos los motivos. Ahí estamos nosotros para ayudar a la gente, para arreglarles un papeleo, para escucharles, para dar ayuda...», resalta. Oficia misa todos los días y dedica muchas horas a hacer «pastoral de zapatilla. Es algo en lo que me insistió mucho Carlos Osoro, hay que estar cercano a los problemas, la gente tiene que ver al obispo cercano». Y hace otra parada en la plaza, justo delante de la catedral. «¡Pero bueno!, ¿y este trío?», les dice a tres señoras. «¿Qué tal vamos?, ¿todo bien?», les pregunta Berzosa. Además, Raúl Berzosa retomará ahora sus clases en la Universidad Pontificia de Salamanca, donde comenzará a impartir un curso, los miércoles, sobre Teología, Moral y Relación de Iglesia y Comunidad Política. Un jueves al mes, y siempre que su apretada agenda se lo permita, viaja a Madrid a la Conferencia Episcopal, donde recibe clases de formación al clero. Entre sus escasos caprichos, de vez en cuando, si recibe una visita de asturianos, se permite ir a cenar a un restaurante de cocina moderna que «no sé cómo se les pudo ocurrir ponerlo en esta ciudad, aunque para mí es otra bendición», explica. Una cerveza y unos pinchos bien presentados que a cada mordisco dan al paladar un gusto diferente. Un reloj que todavía marca las nueve y un teléfono, Nokia, que suena. «No, no estoy en casa», contesta. Dice que en Ciudad Rodrigo conocen todos sus pasos, saben cuándo se levanta y cuándo se acuesta. Y es que en la tierra de los místicos, que siempre fue Castilla, tienen fe en el obispo y por eso cuando Berzosa pasa lo saludan y después miran al cielo. Él también lo hace. Lección más que aprendida.

 
 
 
 Mons. Berzosa
 
Al otro lado del mundo, hace un par de años le hacían esta entrevista a Guillermo Orozco, cuando empezó como obispo de Girardota, al lado de Medellín, en Colombia:
 
-¿Cómo fue la experiencia de dirigir la diócesis de San José del Guaviare?
Monseñor Orozco: Fue difícil, debido a tantos problemas que encontré, pero al mismo tiempo muy interesante por el trabajo realizado y la experiencia adquirida.
- ¿Cuál es su mayor satisfacción en el desempeño como obispo de esta diócesis?
Monseñor Orozco: Haber ofrecido a los sacerdotes un buen servicio de formación permanente y haber implementado un serio trabajo a favor de la familia del Guaviare.
- ¿Cómo es la fe de los habitantes de esta zona?
Monseñor Orozco: Nuestra población, por estar en su mayoría constituida por colonos que llegaron de distintas zonas del país con espíritu aventurero y ganas de conseguir dinero fácil, a través de los cultivos ilícitos, adolece de muchos valores cristianos; no obstante, posee un gran sentido religioso y muchos de ellos son cercanos a la Iglesia.
- ¿Cuáles fueron los principales desafíos que tuvo que enfrentar al dirigir una diócesis en una zona tan abandonada y donde hay tanta corrupción como es el departamento colombiano del Guaviare?
Monseñor Orozco: Hacer los ajustes que eran necesarios dentro de la familia presbiteral y en el campo administrativo, como también, negarme a pagar extorsión a la guerrilla, aún a costa de limitar mi trabajo pastoral en el campo.
- En sus cuatro años como obispo, ¿qué considera lo más bello del ejercicio del ministerio episcopal?
Monseñor Orozco: Contar con la asistencia de Dios (“gracia de estado”), para trabajar y manejar problemas sin desvelarme ni conocer el miedo.
- ¿Y lo más difícil?
Monseñor Orozco: No poder visitar personalmente la mayoría de las comunidades rurales por la amenaza de la guerrilla que ponía como condición el pago de extorsión. Por fortuna, la amenaza era sólo para el obispo y no para los sacerdotes. También convivir con un gobierno local saturado de corrupción.
 Mons. Orozco
 
Aún otro punto de vista. Joan Enric Vives es obispo de Urgell y Jefe de Estado de Andorra. Así lo ve él:
 
Siento que debería dedicar más tiempo a la oración y a la lectura, y obtener aquel descanso que hace fructificar las horas... El ideal de ser "contemplativos en la acción" cuesta de alcanzar. Las dedicaciones a la Diócesis y a reuniones de Obispos, Delegaciones, el Principado de Andorra... me hacen caer en la cuenta de que seguramente la pobreza evangélica ahora, para mi, se concreta en vivir dando todo mi tiempo a los demás, sin guardármelo para mí. Ya no soy mío sino de la Iglesia. Ahora vivo, y entiendo más, que el sacerdote tiene que ser, a imagen de Cristo, el hombre que no se pertenece en sí mismo.
Además está el gran tema de Andorra: compaginar el ser Obispo y Copríncipe -Jefe de Estado- de una pequeña nación que siempre ha encontrado en su Copríncipe episcopal al valedor de sus derechos. Yo esto intento vivirlo como una extensión de mi ministerio pastoral. Es para ayudar a los andorranos por lo que acepto ser Copríncipe y ejercer las tareas de Jefe de Estado tan bien como puedo. Y me preparo, y me reviso...
(...)
¡Cuesta tanto hacer entender lo que llevas dentro, y hacer las cosas a gusto de todo el mundo! Pero es Cristo quien me tiene que juzgar y encontrar aceptable. Yo no sé si acierto siempre en las maneras, pero deseo ser fiel a Cristo y servir a la Iglesia, a las personas y a las comunidades. A todos los hombres, y preferentemente a los más solos y necesitados. Y espero que el que me ha llamado a servirlo en el ministerio sacerdotal, me perdonará las carencias y me dará las fuerzas necesarias para "guardar el tesoro de la fe" (1Tim 6,20), "llegar a la madurez y estar siempre a punto para toda buena obra " (2Tim 3,17).
 Mons. Vives

Como ves, hay de todo en botica. Las situaciones de cada obispo y de la diócesis de las que son responsables son de lo más variopinto.



No todos son pederastas, no todos llevan anillos caros, y no todos son santos. Lo hacen lo mejor que saben para cuidar y formar a sus sacerdotes y atender a la gente de su diócesis. Como todos, como tú y como yo, cada uno en nuestro trabajo.




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